Por su singularidad como símbolo de la cultura catalana a lo largo de 175 años de historia, fomentando con pasión e ilusión el género operístico entre la sociedad y convirtiéndose en un referente y un punto de encuentro en el ámbito internacional. Su consolidación es el testimonio de la capacidad para adaptarse y amoldarse tanto a su entorno como las circunstancias culturales, económicas, políticas y sociales que han transcurrido durante su larga historia. Por su compromiso e identificación con los valores más representativos de la catalanidad, con una mirada puesta siempre en el futuro.
Símbolo de la cultura catalana a lo largo de 175 años de historia