El riesgo de accidente aumenta con el incremento de la velocidad porque se necesita más distancia de frenado, de reacción, de separación entre vehículos, etc. Es decir, a más velocidad, más riesgos. Hay que circular de tal manera que la distancia de frenado sea siempre más corta que la distancia libre visible ante el vehículo.
Es preciso adaptar la velocidad a las condiciones de la vía, del vehículo, del entorno y del propio conductor. La velocidad específica es la velocidad máxima que podemos mantener con seguridad cuando las circunstancias meteorológicas y del tráfico son tan favorables que las únicas limitaciones vienen determinadas por las características geométricas del recorrido.
Hay que recordar que los límites de velocidad son los siguientes:
- Autopista y autovía: 120 km/h
- Carreteras convencionales (Más de un carril por sentido o arcén de 1,5 m): 90 km/h
- Vías urbanas y travesías: 50 km/h
Asimismo, cabe recordar que los conductores noveles ya no tienen restricciones de velocidad.